¿QUIERE SABER PORQUE LA LUZ PERMANECE CONSTANTE?


 Los físicos saben que la velocidad de la luz permanece constante sin importar la velocidad de la fuente. Saben también que la velocidad de casi 300000 kilómetros por segundo es un hecho demostrado. Lo que llama la atención es que nadie   haya intentado explicar esta realidad. ¿Porque se comporta la luz de esta manera? EL desinterés por esta cuestión parece estar influido, en parte, porque esta condición de la luz ha sido deducida experimentalmente múltiples veces, en parte porque es importante para el desarrollo de la teoría de la relatividad especial de Einstein, y por último, porque la física ha agotado sus opciones sin éxito y se halla impotente para enfrentar este enigma. La pregunta, desde luego, no intenta poner en duda la velocidad de la luz, ni su constancia, lo que quiere la pregunta es una respuesta a esa característica no compartida con el resto de cosas del universo de mantenerse constante sin que la velocidad de la fuente le afecte como afecta a todas las demás cosas del mundo.
No es la única cuestión que llama la atención. Hay otro intríngulis que sale de normas comunes sin que la física pueda responderla, es la física cuántica en la cual las leyes normales de la física clásica desaparecen. ¿Porqué?. Es lo que aclaro en este artículo, no sin antes recordar que las dos incertidumbres han sido objetos de desarrollos matemáticos importantes. La cuántica ha facilitado el manejo de algunas ramas enteras del conocimiento aplicado que ahora aprovechamos. Pero seguimos sin saber mayor cosa de su naturaleza. También es bueno recordar, como antecedente oportuno y pertinente, que ya Heisenberg uno de los pioneros de la cuántica, en un extenso artículo pide ayuda a la filosofía pensando que la física no podría con estos enigmas
A continuación, expongo una respuesta que la ofrezco desde la filosofía de la física.
El universo clásico, o lo que es lo mismo, el espacio-tiempo está ordenado. El arreglo básico lo protagonizan el espacio y el tiempo cuando se fusionan en el mencionado espacio-tiempo. Esta fusión es un primer grado de orden cuyas consecuencias afectan a todas las cosas. Lo encontramos presente si nos detenemos un momento frente a un clásico problema de la filosofía, el que resume el tema de la existencia de las cosas dentro del universo. Por esta característica distinguimos lo que existe, “aquello que está en un lugar durante un tiempo” distinto de lo que no existe. A través del tiempo observamos que las cosas se vinculan entre si ordenadamente haciendo uso de la causalidad, formando cadenas causales que explican la existencia de todas las cosas y sucesos del mundo real y de esa manera estableciendo la continuidad existencial. En ocasiones la cadena causal deja que el vínculo entre las cosas y sucesos se guie por una probabilidad limitada. La limitación restringe lo que va a suceder a un número predeterminado de posibilidades, siempre dentro del marco del espacio-tiempo. Esto sucede cuando un numero de lotería sale escogido aleatoriamente de entre un millón de posibilidades, por ejemplo.
En cambio, el mundo cuántico se define como un mundo de caos porque el espacio y el tiempo están dispersos, entonces las partículas que lo constituyen no están en un lugar durante un tiempo; comparadas con las cosas en el mundo real las partículas no existen. Erran en su mundo sin continuidad lo cual es posible cuando no están en un sitio ni duran, su estado es esporádico presencial.
Este es el momento de subrayar las diferencias entre la aleatoriedad del universo clásico y real o sea del espacio-tiempo y el caos del mundo cuántico. Hay que hacer una distinción clave, de gran importancia, que ha sido ignorada por los tratadistas de la física cuántica. Es que el azar o aleatoriedad en el mundo clásico se da cuando ciertos hechos se producen por azar pero entendido este suceso como una posibilidad dentro de un mundo de opciones espaciotemporales. En lugar de esto, el azar cuántico no tiene referencia a nada. El caos es total, cualquier cosa puede suceder en ese desorden sin límites. No hay un referente o marco, todo es posible, cualquier cosa puede ocurrir.
Volviendo al tema de “porque la luz no obedece a las condiciones de orden del mundo clásico”, la respuesta se hace fácil, y dice: porque es un producto cuántico por excelencia como lo reitera Richard Feynman, premio nóvel en física, y al ser un producto que nace del mundo cuántico en donde espacio y tiempo no están ordenados nace de un sitio donde no hay velocidad que es una relación de espacio sobre tiempo. No importa cual sea la velocidad de la linterna, sea poca o mucha, la velocidad de la luz que emite prescinde de la velocidad de la linterna y sigue su propio diseño de 300000 kilómetros por segundo
Esta diferencia entre el azar espacio temporal y el azar cuántico que estamos analizando afecta a la naturaleza de la velocidad que nos dice, además, que no se pueden comparar las dos velocidades. Y que por ello la relatividad especial no es algo que se deba plantear.
La argumentación que he desplegado para explicar la naturaleza de la velocidad de la luz se aplica con éxito para explicar las peculiaridades de la física cuántica.
-Cuando decimos que las partículas erran, es porque no sabemos dónde están ni por cuanto tiempo, ya que en un sistema desordenado no puede saberse.  
-No se puede determinar la existencia de una partícula como materia si es que esta no está en un espacio determinado ni su estado de energía relacionado, ya que cambian constantemente.  Su presencia, la de una partícula es incierta, fluctúa entre masa y energía.
-Una característica que llama la atención es aquella que se refiere a que una partícula no existe mientras no sea observada. Esta afirmación se explica cuando introducimos un sensor en el mundo cuántico. Lo que en realidad estamos haciendo es poner un sistema ordenado, el del sensor, en uno que no lo es, llevamos orden al desorden y el desorden desaparece. A partir del caos como resultado de su acción puede resultar un orden. Así es como nace el universo, como nace la luz.  
Queda la incógnita de conocer cómo se formó el caos. La física no tiene una respuesta. La filosofía sí, es Dios

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